miércoles, 28 de septiembre de 2011

Erupción de palabras.

Soy de esa clase de personas, a las que no les sienta bien tener que decir algo desagradable de alguien, y mucho menos tener que decírselo a la persona en concreto. Soy más bien de ese tipo de personas que prefieren guardarse los comentarios, siempre que no sea necesario para el bien común decirlos en voz alta. Porque me enseñaron que siempre que se vaya a decir algo malo, mejor callárselo. Pues bien, en ocasiones cuando se trata de cosas pequeñas, insignificantes, cosas del día a día que mañana, quizás no recordemos, la enseñanza, funciona, pero cuando se trata de cosas que duelen, una y otra vez, cada momento, cada palabra, todas esas situaciones de incomodidad, esos pequeños detalles que, poco a poco van fastidiando el buen ambiete, se acumulan dentro de mí. Pues bien, todo eso, esta dentro, en algun lugar, donde todo lo que me trago se esconde, donde cada palabra que quiero decir y me cayo, guarda silencio esperando el momento de poder salir y ser escuchada. En un momento ese hueco reservado se llena, y todo sale, como en una erupción volcánica, sale en gritos, llantos, enfados... El caso es que sale y que nada puede pararlo, porque cada cosa que no dices te quema por dentro, y la cuestión es, mejor decirlo y hacer daño, o hacerte daño al no decirlo...
ISA.

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